A lo largo de la historia, el hombre ha ido encontrando la forma de escaparle a las tareas más tediosas y arduas en su búsqueda de tranquilidad y comfort. Así, a dejado de hacer cosas fundamentales para su supervivencia y la de otros seres. Cuando se dió cuenta de que la había cagado, decidió poner manos a la obra... pero no las propias.
Los cadetes son el resultado de esa experiencia. Son los conejillos de indias del mundo corporativo y laboral, lo que los ha llevado a ser la base de todo el movimiento bancario de la city porteña. Su bagaje cultural-intelectual es muy variado, al igual que su nivel socio-económico, sus rasgos físicos-personales y otras palabras-separadas-por-guiones. El cadete como tal es, en teoría, un joven que está armándose laboralmente desde abajo para comprender mejor el ciclo de las tareas que realiza, mientras aprende a valorar el trabajo y la posición que puede llegar a conseguir en un futuro.
La teoría, como los trucos de magia, puede fallar.
A lo largo de los años, el cadete ha evolucionado (e involucionado) en diferentes sub-especies de lo más variadas. Estas pseudo-razas tienen en común con su predecesora la simple función de realizar labores de lo más pelotudas (como el cobro de cheques -para otra/s persona/s que son él mismo-, el pago de facturas e impuestos -que no son los propios- y la entrega de notas, recados , papeles y paquetes varios entre otras). Sin embargo, esto es lo único que comparten.
Ésta es la primer entrega de una serie de artículos dedicados al estudio de estas interesantes criaturas que nos apasionan, conmueven e irritan a la vez. Desde el cadete "bien", pasando por el cadete "motoquero", el cadete "pelado incipiente", la cadete "chetita", el cadete "hard rock" y el cadete "joven profesional" hasta el cadete "eterno", el cadete "futbolero" y el cadete "emepetres".
Los veremos a todos, les sacaremos el cuero, los compararemos y finalmente intentaremos olvidarlos para dormir tranquilos y agradecerle a alguna deidad a elección el hecho de NO estar en su lugar -y hacer autocrítica si nos encontráramos en esa posición-.
Así que acompañenos en nuestra búsqueda incansable para desentrañar el mundo secreto y oscuro de los Cadetes.
Y recuerden, están advertidos.